El error como oportunidad para alcanzar el éxito

 

Muchos de nosotros vivimos el error como si fuera una catástrofe. Es posible que cuando fallamos, le demos tantas vueltas que nos sintamos aún peor. Si la reacción es ponernos nerviosos, aumenta la posibilidad de que cometamos más errores.

 

Por el contrario, si mantenemos la calma, identificamos los motivos y aprendemos de la experiencia, encontremos una nueva oportunidad para rectificar y alcanzar el éxito.



Un fracaso puede ser el inicio del éxito en los negocios

 

El fracaso está poco aceptado y muy mal visto en nuestra cultura. Si algo nos va mal, la tendencia es ser pesimistas y castigarnos por pensar que no nos está yendo como teníamos previsto. Sin embargo, saber rectificar y perseverar, es lo que marca la diferencia. No es lo mismo alguien que se rinde y se cruza de brazos que alguien que persiste hacia el camino del éxito.

 

Para los hombres de negocios en Estados Unidos, aceptar el fracaso es el primer paso para triunfar. Más aún, las compañías inversoras estadounidenses prefieren apostar por empresas que han fallado y lo han vuelto a intentar. En dicho país, haber caído y haberse levantado es un valor añadido para la contratación de personal. Los fracasos no se ven como una traba sino como una ayuda basada en la experiencia para seguir avanzando. Si un empresario se ha estrellado en varias ocasiones y sigue luchando, es prueba de tenacidad y de haber aprendido de los errores. 

 

Es posible que algunos negocios no sigan adelante por razones ajenas a sus responsables. A veces se trata de circunstancias externas imposibles de controlar. En estos casos tiene poco sentido torturarse por haber fallado. La única actitud posible es estudiar la situación, aprender de la experiencia y que sirva para el futuro.

 

Por tanto, los estadounidenses no tienen ningún pudor a exhibir tanto éxitos como fracasos en sus currículums. Por el contrario, se ve como una muestra de que son más sabios y de que se han repuesto al traspié.

 

Existen casos de hombres célebres del mundo empresarial que han fallado en sus intentos previos antes de alcanzar la gloria. Entre ellos destacamos a Steve Jobs, fundador de Apple, quien antes de triunfar con sus conocidos dispositivos, desarrolló otros productos que no tuvieron ningún éxito en el mercado.

 

La educación y la cultura son clave

 

La buena noticia es que el miedo al fracaso es una cuestión cultural y educativa. No obstante, hay mucho camino por recorrer. La cultura en la que vivimos valora en exceso la seguridad asociada a la gran empresa. Emprender no es lo habitual ni se ve con buenos ojos. Tampoco se educa en los valores de la innovación y la experimentación en el entorno laboral.

 

Afortunadamente esta mentalidad está cambiando lentamente. Existe una tendencia creciente a perder el miedo al fracaso a la hora de emprender. Cometer errores empieza a considerarse como parte del proceso creativo y del aprendizaje. Para ello, el concepto de resiliencia cobra una relevancia especial. Este término se refiere a la capacidad de recuperarse frente a la adversidad y a seguir pensando en el futuro con más fuerza e ilusión que antes. Otras características que definen la resiliencia, es mantener una actitud positiva y saber controlarse en los momentos estresantes. Estas capacidades son inherentes a algunos de los emprendedores más exitosos. Es usual que las personas más resilientes se marquen grandes propósitos. El objetivo es enfrentarse a retos innovadores nunca llevados a cabo hasta el momento.

 

En general, es más fácil recuperarse cuando se tiene una idea clara de lo que se quiere conseguir en la vida profesional. Con el ojo puesto en dicha meta, es más fácil resistir y superar los obstáculos.

 

Acepta los errores sin castigarte

 

Hay días en los que parece que nada nos sale bien. Es como si al cometer el primer error, los siguientes llegasen en cascada. Si esto ocurre, es esencial no perder la calma y mantenerse concentrado.

 

Lo más importante no es que se haya cometido el error ─esto puede pasarle a cualquiera─, sino la respuesta que ofrecemos frente a esa equivocación. A continuación te explicamos cómo encajar los fallos para encontrar la mejor salida al problema:

 

1. Recuerda que nadie es perfecto.

Para mantenerse en el buen camino y tomarse las equivocaciones de forma sana, es inevitable aceptar que nadie es perfecto. De vez en cuando todos cometemos errores. Por tanto, no vale la pena preocuparse tanto por ello. Es mejor cooperar con lo inevitable y concentrarse en buscar la solución más viable.

 

2. No te preocupes por el pasado o por cosas sin importancia

Es preferible ignorar los pequeños fallos. Si dejamos ir los detalles que no tienen importancia, estaremos más atentos y nos anticiparemos a los errores futuros.

 

En general, es aconsejable olvidar los desaciertos y seguir adelante. Siempre hay más beneficios en dejar atrás lo sucedido, no importa cuán vergonzoso sea. Lo más importante es el aprendizaje; una vez obtenido, soltar el pasado nos ayudará a concentrarnos más en nuestra tarea actual.

 

3. Aprende de los errores

Cuando ya ha sucedido el fallo, es conveniente descubrir cómo y porqué ha ocurrido. Posteriormente es aconsejable tomar nota y avanzar con ese aprendizaje. Se puede escribir en un papel o incluso hacer una nota mental. La cuestión es recordarnos sin tortura el tener más cuidado para la próxima vez.

 

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