El liderazgo está cambiando. Y lo está haciendo a la velocidad de la Generación Z (personas nacidas entre mediados de la década de 1990 y 2010).
Cada vez son más los responsables de RRHH que nos dicen: “No es fácil conectar con ellos.”
Pero, ¿y si el problema no está en ellos, sino en cómo los estamos liderando?
Hoy, la Generación Z ya está presente en nuestras plantillas. Son jóvenes que no entienden el liderazgo como lo entendían las generaciones anteriores. Lo cuestionan, lo retan, lo resignifican. Y eso no es una amenaza: es una oportunidad.
¿Qué esperan de nosotros como líderes?
- Autenticidad.
Quieren que lo que decimos y lo que hacemos esté alineado. No siguen títulos; siguen valores. El “haz lo que digo” ya no funciona si no va acompañado del “y verás que yo también lo hago”. - Propósito.
No trabajan solo por un sueldo. Buscan un “para qué”. Liderarles significa saber conectar el trabajo diario con un propósito que tenga sentido. - Diálogo constante.
No quieren jefes que den órdenes. Quieren líderes que escuchen. Esperan participar, opinar, y sentirse parte de las decisiones. El feedback no puede ser algo que se da una vez al año: debe ser parte de la cultura del día a día. - Bienestar emocional.
Para esta generación, el trabajo no puede estar separado de la salud mental. El liderazgo empático no es un extra. Es una necesidad. - Diversidad real.
No basta con tener políticas de inclusión: hay que vivirlas. Quieren trabajar en entornos que reflejen el respeto, la apertura y el compromiso con la diversidad.
¿Cómo te ayuda Dale Carnegie a liderar desde este enfoque?
Nuestro método lleva más de un siglo centrado en lo que hoy se vuelve imprescindible:
- Escuchar activamente
- Generar confianza
- Comunicar con claridad
- Inspirar compromiso
- Liderar desde la colaboración, no desde la imposición
En nuestros programas ayudamos a los líderes a desarrollar estas habilidades, a transformarse en facilitadores del crecimiento, y a conectar con personas, más allá de las generaciones.
La Generación Z no es un reto. Es una llamada. Una invitación a evolucionar la forma en la que lideramos.
Porque si cambias la forma en que lideras, cambian los resultados. Y, en este caso, lo que cambia, mejora.






