Tomar decisiones no siempre es fácil. A veces, la cantidad de opciones, el miedo a equivocarnos o simplemente la falta de claridad pueden paralizarnos.
Sin embargo, en la capacidad de tomar decisiones efectivas influyen una serie de habilidades que todos tenemos y que se pueden desarrollar y mejorar.
Si sientes que te cuesta decidir con confianza o que tus elecciones no siempre te llevan al resultado que esperabas, en este artículo te damos consejos prácticos para ayudarte a analizar la situación, elegir la mejor opción y actuar con determinación.
1. Entender bien la situación
Cuando nos enfrentamos a una decisión, lo primero que hacemos es detenernos un momento y analizar la situación.
¿Qué está pasando realmente? ¿Qué opciones tengo? ¿Qué consecuencias podría tener cada opción?
Un buen sistema es escribir las ideas. Porque verlo todo escrito nos ofrece más claridad; y poder leer y releer lo que escribimos, también nos ayuda a relacionar unas ideas con otras.
En un equipo, ya sea como líderes o como miembros activos, escuchar con atención lo que tienen que decir los demás es fundamental. La escucha activa nos ayuda a recoger información valiosa.
Cuando escuchamos activamente a otros, lo que hacemos también es evitar interrumpirles. Esto fortalece las habilidades de comunicación y nos permite conectar mejor con los demás.
2. Siempre hay más de una opción para elegir
Cuando hay que elegir es cuando muchas personas se quedan atrapadas. Les pasa como al niño que, ante los muchos sabores de helados que se ofrecen en una heladería, no se decide por ninguno, para desespero de sus padres.
Una vez que hemos analizado la situación y las opciones que tenemos, es hora de priorizar y decidir.
No hay que preocuparse por encontrar “la decisión perfecta”. En la mayoría de los casos, lo más importante es dar el primer paso.
¿Cómo dar ese primer paso?
Pongamos un objetivo. ¿Qué queremos lograr? Tener claridad sobre lo que buscamos nos ayuda a priorizar.
Poner nuestros valores por delante a la hora de valorar los pros y los contras que escribimos antes, cuando tratábamos de entender el problema, nos ayudará a que la decisión que tomemos esté alineada con nuestros principios y metas personales o profesionales.
En un equipo de trabajo es muy importante escuchar y empatizar con los demás. Pero también lo es expresar las ideas con claridad y respeto, pues esta habilidad mejorará la conexión entre todos.
3. Activar la decisión
El último paso, y probablemente el más importante, es actuar. No basta con haber tomado la decisión, también hay que llevarla a la práctica. Y lo mejor es hacerlo con confianza y entusiasmo.
Cuando actuamos con confianza, ahuyentamos el miedo a equivocarnos. Todas las decisiones que tomamos no siempre salen bien, pero cada experiencia que tengamos nos enseñará algo valioso.
Comunicar con entusiasmo las decisiones ayuda a motivar a los demás. Ser entusiastas es una habilidad de liderazgo que se fortalece con la práctica.
Desarrollar nuestras habilidades
Todas las habilidades que nos ayudan a tomar decisiones se pueden entrenar:
La escucha activa nos ayuda a prestar atención de verdad a los demás.
La comunicación efectiva nos permite expresar nuestras ideas con claridad y confianza.
A través del pensamiento crítico podemos dedicar tiempo a analizar los problemas desde diferentes perspectivas.
Trabajar en equipo nos permite colaborar, cooperar, ayudar, participar y compartir ideas y experiencias con las personas que nos complementan e inspiran.
Todo empieza por el liderazgo personal. Liderarse a uno mismo es la clave para impactar a los demás.
Todas las personas tenemos las herramientas para tomar mejores decisiones. Solo falta que sepamos cómo ponerlas en práctica.