Mejorar el liderazgo con la magia del elogio

 ¿Has probado alguna vez la magia del elogio?

 

Dale Carnegie sostenía que reconocer la valía de los demás es una de las claves para mantener relaciones sociales saludables y mejorar el liderazgo. Se trata de una práctica que nos beneficia a nosotros y a nuestro entorno. Cuando reconocemos la valía del otro, es muy probable que se esfuerce más en sus tareas. Esto genera beneficios en la salud mental de los trabajadores y en el rendimiento laboral. Además, nos hace sentir bien. El motivo es que siempre es más agradable señalar los aspectos positivos de los demás que los negativos.

 



Mejorar el liderazgo aumenta la autoestima del equipo

 

Las opiniones de los demás suelen afectarnos aunque no queramos. Sobre todo, si vienen de alguien significativo. Entendemos que son personas significativas aquéllas que nos importan afectivamente. También aquéllas cuyos criterios merecen nuestro crédito. Este último es el caso de los líderes en las organizaciones. Por tanto, si tenemos la responsabilidad de dirigir un grupo de personas, debemos tener cuidado con lo que comentamos. Hay que tener en cuenta que mejorar el liderazgo está relacionado con la autoestima de los demás.

 

Los juicios pueden tener un efecto significativo en los miembros de nuestro equipo. Con ellos, contribuimos a la construcción del autoconcepto de los que nos rodean. El autoconcepto es la opinión que una persona tiene sobre sí misma. En otras palabras, lo que cree acerca de sus habilidades, cualidades positivas y negativas, valores… Como es lógico pensar, tiene mucha relación con la autoestima. Por tanto, se trata de un material humano sumamente trascendente y delicado.

 

Asimismo, la manera en la que nos vemos es decisiva para nuestra vida laboral. Tanto es así, que determina nuestro rendimiento y los objetivos que nos planteamos. Si pensamos en que no somos capaces de realizar una tarea, difícilmente la llevaremos a cabo.  Por tanto, reconocer la valía no es una simple cortesía. Estamos hablando de un arma poderosa para que los demás se esfuercen y saquen lo mejor de sí mismos.

 

Si todavía no crees que el elogio es mágico, en los siguientes puntos te explicamos algunas de sus ventajas:

 

#1. El efecto bola de nieve del elogio

 

Desde los albores de la investigación en el campo de la psicología, se ha comprobado que el refuerzo funciona mejor que el castigo en la modulación de la conducta. En las relaciones laborales, podemos asociar el castigo con la crítica y el refuerzo con el elogio. En este sentido, es muy posible que minimizando las críticas y aumentando el elogio, se refuerce lo bueno de las personas. Por ende, lo malo se atrofia por falta de atención.

 

Según Dale Carnegie, es conveniente ser generoso con la aprobación y los elogios. Cuando se elogia un pequeño progreso, se provoca una especie de efecto bola de nieve. Esto es, hace que los demás quieran seguir mejorando. La consecuencia es una escala ascendente de mejoras.

 

#2.  El poder del aprecio sincero

 

Como hemos visto hasta ahora, todos precisamos reconocimiento. Nos esforzamos para obtenerlo. Sin embargo, necesitamos sentir que es cierto. Para reconocer la valía, es necesario comunicarla con seguridad. No se trata de ser falsos o de reconocer algo inexistente.

 

Por tanto, a la hora de reconocer la valía de los demás, debemos ser sinceros. Si exageramos o decimos cosas inciertas, no seremos creíbles y esto puede provocar el efecto contrario. En otras palabras, los elogios tienen que salir del corazón.

 

Para conseguir el producto deseado, es más eficaz resaltar un logro en concreto en vez de hacer un elogio generalizado. Una buena táctica es poner atención en todas aquellas actividades que las personas han realizado bien a lo largo del día y felicitarles por ellas.

 

Elogiar a los demás, aumenta la probabilidad de que saquen todas sus capacidades y su potencialidad. En palabras de Dale Carnegie: “Las capacidades se marchitan bajo la crítica y mejoran bajo el estímulo”.

 

 

#3. Los elogios transforman los errores en oportunidades.

 

En cuanto a los errores, podemos aplicar la misma fórmula. Cuando alguien se equivoca, es recomendable transmitirle confianza y comunicarle que tenemos fe en que puede enmendar el error. De nada sirve decirle que es torpe. Seguramente se pondrá a la defensiva y se bloqueará.

 

Por el contrario, si se alienta a la otra persona y se le hace ver que los errores son fáciles de corregir, evitamos los bloqueos. Si hacemos que las dificultades parezcan fáciles de solucionar, seguramente los demás intentarán superarse. Cuando imbuimos valor y fe, provocamos que los otros quieran mejorar y se esfuercen por ello.

 

Dale Carnegie propone la siguiente fórmula: ”Un líder tiene que usar la regla: empiece con elogio y aprecio sincero”. El elogio provoca un efecto balsámico, y lo que se diga después es mejor recibido. Además, está comprobado que la persona intenta mejorar en lo que se le indica.

 

En conclusión, reconocer la valía de los demás no es una cuestión baladí, pero sí muy sencilla de llevar a cabo. Con el elogio mejoramos las relaciones interpersonales en las organizaciones. También el autoconcepto de los demás. Al mismo tiempo minimizamos los errores y aumentamos el empeño en el trabajo bien hecho.

 

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